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lunes, 22 de agosto de 2011

Se dispara el número de víctimas visibles e invisibles de la violencia que se ha extendido a prácticamente todos los estados

• México Evalúa presentó el Índice de Víctimas Visibles e Invisibles con el que se busca dimensionar los efectos colaterales de la violencia
• Las víctimas visibles son las que son consideradas en los registros mientras que las invisibles son las personas que sufren los efectos del crimen, pero que no se registran ni se miden.
• El crimen violento aumentó a tasas crecientes durante los últimos cinco años en toda la República Mexicana y, además, los delincuentes están expandiendo sus fronteras.


Desde hace cinco años, algunas zonas geográficas de nuestro país han experimentado niveles de crimen y violencia sin precedentes. Esto se ha traducido en severas afectaciones en la vida de miles de mexicanos. Lo más preocupante es que no parece haber explicaciones robustas de lo que está sucediendo, ni propuestas efectivas para enfrentar el problema.
Hasta el momento, ni las autoridades federales, ni las locales han podido dimensionar adecuadamente el fenómeno delictivo debido a que no se cuenta con información completa que permita saber quién, cuándo, cómo, dónde y por qué se cometen crímenes violentos en ciertos puntos del país, ni a cuántas personas están afectando directa e indirectamente estos delitos, pues los crímenes violentos pasan factura a numerosas víctimas, tanto visibles como invisibles.
Las víctimas visibles son aquellas que generalmente están consideradas en los registros y la política pública y las invisibles son las personas que sufren los efectos del crimen, pero que no registramos y no medimos.


Ante ello México Evalúa presentó el Índice de Víctimas Visibles e Invisibles que busca dimensionar el problema en toda su magnitud. El enfoque en las víctimas, las visibles e invisibles, le da una dimensión más real, tangible, al fenómeno delictivo, además de que imprime un sentido de urgencia a la inclusión de estas víctimas en las políticas públicas.


Las principales afectaciones que sufren las víctimas indirectas o invisibles de la violencia están el desplazamiento geográfico, daño psicológico, desintegración familiar, disminución en ingreso familiar, vulnerabilidad económica y financiera; así como un arcado deterioro de sus capacidades, principalmente en salud, educación y protección social.


Del análisis de las cifras oficiales publicadas en el Sistema Nacional de Seguridad Pública se desprende que el crimen violento aumentó a tasas crecientes durante los últimos cinco años en toda la República Mexicana y que, además, los delincuentes están expandiendo sus fronteras.
Por ejemplo, de 2007 a 2010, el número de homicidios creció 96% al pasar de 10,253 homicidios en el 2007 a 20,127 en el 2010.


El secuestro, uno de los delitos de mayor impacto en la sociedad, presentó un incremento de 188% en cinco años, al pasar de 438 casos en 2007, a 1,262 plagios en el 2010.


Uno de las expresiones más dramáticas de las víctimas invisibles son los niños que han quedado sin padre producto de la violencia. Entre 1990 y 2009 se registró un total de 261 mil 649 homicidios y en 9 de cada 10 casos la víctima fue un hombre, lo que implica que casi 90 mil mujeres se convirtieron en viudas y más de 180 mil niños y jóvenes se quedaron sin padre.
A pesar de esta problemática, la evidencia muestra que las autoridades no han llevado a cabo esfuerzos suficientes para dimensionar adecuadamente el fenómeno delictivo, ni en términos de delitos ni en el de víctimas.


Las cifras presentadas por Edna Jaime, directora general de México Evalúa, confirman que cada vez más personas se convierten en víctimas del crimen violento.


Al principio de la presente administración, el crimen y la violencia se habían caracterizado por concentrarse en determinadas zonas geográficas. No obstante, durante los últimos años, estos fenómenos parecen extenderse a otras regiones. Desatacan particularmente el caso de Aguascalientes, Nuevo León y Colima que han visto ascender sus indicadores delictivos de manera vertiginosa.


Sin embargo, destacó Edna Jaime, “no se han observado muchos esfuerzos por parte de las autoridades para medir adecuadamente el fenómeno delictivo y de hecho hay entidades que no han reportado al SNSP la información de denuncias de delitos violentos”. Por ejemplo:


• En Coahuila no hubo reportes de extorsión entre enero de 1997 y marzo de 2009.
• Colima no ha entregado información sobre extorsiones desde diciembre de 1997, ni de robo de auto con violencia desde enero de 2009.
• El Estado de México no ha reportado extorsiones desde diciembre de 1999. Asimismo, las cifras de homicidio doloso reportadas a partir de enero de 2007 parecen no seguir la misma clasificación utilizada previamente, por lo que no se pueden hacer comparaciones entre el periodo previo a 2007 y el posterior al mismo.
• Oaxaca no ha reportado secuestros desde julio de 2010, ni robos de auto con violencia desde noviembre de 2001.
• En Puebla no se reportaron extorsiones en todo el periodo de análisis.
• Veracruz no ha reportado secuestros desde julio de 2008.
• En Morelos no se reportaron secuestros entre mayo de 2007 y febrero de 2009. Tampoco se han reportado los ocurridos a partir de octubre de 2010.
• En Yucatán no se han reportado secuestros desde enero de 1998.
• Campeche no ha reportado extorsiones desde agosto de 2001.

Este panorama delictivo, en el que la violencia que anteriormente se concentraba en algunas entidades federativas parece extenderse a otros estados, nos habla de la necesidad de mejorar la coordinación y cooperación de las autoridades de los tres niveles de gobierno así como de establecer mecanismos de combate al delito que inhiban la violencia y, por tanto, el daño a las víctimas visibles e invisibles, destacó Edna Jaime.




“Si lo podemos evaluar, lo podemos mejorar”

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