Un espacio para la discusión informada en torno al impacto de las políticas públicas

lunes, 6 de junio de 2011

El significado de la fortaleza

Fortalecer a las instituciones del Estado se ha convertido en nuestro nuevo lugar común. Nos proclamamos al unísono sobre esta necesidad, pero en la realidad no estamos avanzando por una ruta cierta que garantice llegar al objetivo deseado.

Edna Jaime
Excelsior

Colectivamente hemos llegado a un veredicto: el Estado mexicano es débil. Una vez que se deshizo de los ropajes del viejo régimen político, quedó con un cuerpo famélico y débil que puede ser desafiado igual por grupos de delincuentes organizados que por malhechores callejeros que con cada acto criminal miden al Estado y, al no encontrarlo, se atreven a más. Esto es debilidad institucional: la incapacidad de las instituciones del Estado para procurar lo básico: igual en materia de justicia que de seguridad o equidad.

Colectivamente estamos ya claros de este diagnóstico. Fortalecer a las instituciones del Estado se ha convertido en nuestro nuevo lugar común. Nos proclamamos al unísono sobre esta necesidad, pero en la realidad no estamos avanzando por una ruta cierta que garantice llegar al objetivo deseado. Y si lo hacemos, el paso es tan lento que corremos el riesgo de atorarnos en el camino.

Hace unos días leía un artículo en El Paso Times que me dejó muy claros los significados de lo que llamamos fortaleza institucional. El artículo daba cuenta del notable desempeño del departamento de policía de aquella ciudad fronteriza, una ciudad, por cierto, excepcionalmente segura que colinda con una nuestra que es excepcionalmente insegura.

El encabezado de la nota lo dice todo “Del 2004 a la fecha, 102 de los 106 homicidios en la ciudad fueron esclarecidos”. Si movemos el año de referencia una década atrás, la tasa de efectividad sigue siendo impresionante, alrededor de nueve de cada diez homicidios fueron resueltos, una cifra muy por encima del promedio estadunidense que es de más de 60% y ni qué decir del número mexicano que ronda el 20 por ciento. El resto del artículo habla de los individuos dentro de la corporación que hacen estos resultados posibles. Resaltan su carácter humano, su dedicación, el orgullo con el que desempeñan sus funciones. También el contexto laboral en el que se desenvuelven y las tecnologías que tienen a la mano. Virtudes personales que se combinan con reglas, incentivos e instrumentos correctos. Qué más pedir. El Paso, Texas es una de las ciudades con menos homicidios no sólo en el estado sino en toda la Unión Americana. No es una casualidad.

Este ejemplo confirma lo que la evidencia y la literatura sobre el tema señalan, el crimen no penetra ni se extiende en un contexto de instituciones fuertes. Los criminales capturan espacios y hacen ciudades suyas cuando estas instituciones están ausentes o son penetrables por las propias mafias. La buena noticia de todo esto es que la delincuencia puede ser contenida. La mala es que necesitamos construir las capacidades humanas e institucionales a las que alude el artículo citado y eso implica la concurrencia de muchos factores: convicción, liderazgo, claridad de objetivos, estrategia y dinero.

Juárez y El Paso son ciudades cercanas en lo geográfico y en algún otro rasgo en materia económica, pero muy lejanas en cuanto a las bases institucionales que las sostienen. La vecindad ha servido para incrementar el flujo de bienes, servicios y hasta personas, pero no para trasladar buenos ejemplos en materia de funcionamiento de instituciones gubernamentales. Las instituciones no se exportan y difícilmente se imponen, hay que construirlas, y esa es la enorme tarea que como mexicanos tenemos enfrente. El riesgo es que nos quedemos en el reconocimiento del problema, pero no nos movamos para adelante. Esto es, que no demos contenidos concretos a lo que referimos como fortaleza institucional y no establezcamos una agenda o ruta crítica para avanzarla. El riesgo es que el concepto se convierta en nuestro nuevo lugar común, vacío de contenidos y de estrategia.

La presente administración no dejará un legado en materia de construcción institucional, a pesar de que retóricamente utiliza el concepto con frecuencia. En cada oportunidad, el Presidente argumenta que la solución profunda al problema de la inseguridad se encuentra en la construcción de capacidades institucionales para combatirla. Sin embargo, del dicho nunca se pasó al plan y mucho menos a la ejecución. El ámbito policiaco es quizá el único en el que se palpan avances, por lo menos en número de efectivos, equipamiento y el establecimiento de las bases de una carrera policial.

A nivel de los estados los rezagos todavía son monumentales. Fuera de unos cuantos que han dado impulso a la reforma penal en sus demarcaciones, o que se distingan por promover cierta profesionalización de sus cuerpos policiacos, el resto permanece inerme, asumiendo que sus problemas de seguridad los debe resolver alguien más.

El departamento de policía en El Paso es un ejemplo de lo que deberíamos estar construyendo. No es metafísica. Es la concurrencia de visión, conocimiento, claridad de objetivos y recursos. ¿No deberíamos estar volcados en ello?

*Directora de México Evalúa

edna.jaime@mexicoevalua.org

http://www.mexicoevalua.org

http://www.twitter.com/mexevalua

http://www.facebook.com/mexicoevalua

No hay comentarios:

Publicar un comentario