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domingo, 26 de febrero de 2012

Del Panzazo a la Acción


El costo de nuestro desastre educativo es creciente. La mala calidad educativa tiene un efecto multianual en le economía del país: cada niño que deja de aprender hoy representa una mente menos capacitada para generar valor en el futuro en el futuro y reduce las opciones ocupacionales de aquellos que se vayan incorporando a la fuerza laboral. Lo mostrado en el documental “De Panzazo” sin duda llama a la reflexión, pero abre el debate a acciones concretas que se deben emprender para mejorar la calidad de la producción del capital humano en México. No es un tema de buenas intenciones, de culpas compartidas o que “cada quien haga lo suyo”. Nuestros impuestos y la renta petrolera deben ser utilizados para producir educación de calidad. Ello requiere un cambio educativo basado en políticas públicas bien diseñadas y bien implementadas. No más, pero no menos.

El gran crecimiento demográfico del país de los 1960s y 1970s obligó a incrementar la planta docente en ocasiones en forma exponencial. La siguiente gráfica 1 muestra este crecimiento. El objetivo primordial de los gobiernos en turno fue aumentar la matrícula educativa para logar la cobertura universal de educación primaria. Como es de esperarse, muchos de quienes fueron contratados como maestros no están capacitados para lograr que los estudiantes puedan mejorar su capacidad analítica o aumentar su comprensión de conceptos básicos. De acuerdo con las Estadísticas Históricas de México publicadas por el INEGI, durante la gestión de Carlos Jonguitud Barrios (1974-1989) y Elba Esther Gordillo (1989-hoy) el total de maestros en pre-primaria, primaria y secundaria pasó de 0.35 a 1.2 millones. Esto significa que el tamaño de planta se triplicara, aunque la calidad no lo hiciese en el mismo sentido.

Gráfica 1. Total de Maestros por nivel Educativo 





Gráfica 2. Distribución Porcentual de Maestros por Nivel Educativo


Una medida elemental para mejorar el sistema sería empezar por conocer exactamente cuántos maestros existen realmente en el país y lograr asistencia escolar y de los profesores a sus clases. Hasta hoy, quienes tienen una "plaza" cobran una "renta" mensual sin rendirle cuentas a nadie. Su objetivo de ingresos para el mes es cumplido independientemente de su asistencia o desempeño, por lo que los incentivos a la mediocridad están perfectamente alineados: los maestros cobran y los niños son "guardados" por algunas horas en las escuelas sin que ello represente mejor aprendizaje. 

La evidencia de incentivos para la asistencia escolar presentada por Esther Duflo, profesora de economía del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en este sentido es de gran. En el documento “Incentives Work: Getting Teachers to Come to School publicado en el American Economic Review, Duflo, Rema Hanna y Stephen P. Ryan muestran los resultados de experimento y un modelo estructural para probar si los incentivos financieros y de monitoreo reducen el el ausentismo de los maestros y aumentan el aprendizaje de los niños en la India. El tratamiento del experimento consiste en monitorear la asistencia diaria de los docentes por medio de cámaras, cambiando el esquema de pago como función no lineal de dicha asistencia. De acuerdo con sus resultados, el ausentismo de los maestros se redujo en 21 puntos porcentuales en relación con el grupo control, y las puntuaciones de las pruebas de los niños aumentó en un 0,17 desviaciones estándar. Para explicar este cambio, los autores muestran un modelo estructural dinámico de oferta de trabajo donde se los profesores responden a los incentivos financieros.

Aunque los autores encuentran que los maestros son sensibles a los incentivos financieros, no encuentran evidencia de ganancias crecientes. Esto significa que lo más importante para aumentar el desempeño educativo es logar que los profesores asistan a la escuela. Luego de dos años y medio en el programa, los niños de las escuelas de tratamiento fueron también 10 puntos porcentuales (o 62 por ciento) más propensos a ingresar a las escuelas primarias oficiales, que requiere pasar una prueba de competencia.

Resolver el problema de ausentismo de los maestros y alumnos es el inicio para mejorar la calidad educativa. Ello representa un gran desafío político y administrativo. Los maestros son una fuerza política poderosa, capaz de resistir intento de imponer estándares de calidad. Sin embargo, lo que está en juego es el presente y futuro de las nuevas generaciones. Vale la pena el esfuerzo. La tecnología disponible puede facilitarlo enormemente. 

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