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domingo, 1 de abril de 2012

¿Sirven los programas para formalizar micro-negocios?


La población económicamente activa que recibe ingresos, pero que no contribuye a la seguridad social, es aproximadamente la mitad del total nacional. Este ha sido el nivel ya por varios años, y de no ocurrir algo distinto, es de esperarse que aumente. Los candidatos a la presidencia de la república seguramente harán campaña en torno al tema y prometerán evitar este escenario. Sin embargo, es importante saber si lo que cada uno de los candidatos propone es razonable y, sobre todo, si dichas propuestas tendrían un impacto real.
La evidencia científica respecto de este tema en nuestro país es muy escasa. Existe sin embargo, nueva investigación para otros países. David McKenzie, Suresh de Mel y Chris Woodruff, economistas de la Universidad de Peradeniya, Banco Mundial y la Universidad de Warwick, respectivamente, realizaron un experimento para conocer el efecto de los incentivos en la formalización de las empresas. El documento se titula The demand for, and consequences of, formalization among informal firms in Sri Lanka”.
Como señala McKensie, durante varias décadas el tema de la informalidad ha estado dominado por la visión de Hernando de Soto y su obra “El Otro Sendero”. Según esta, la mayoría de los informales quisieran no serlo, pero la burocracia y la regulación impide que ello suceda. El efecto que ha tenido este enfoque ha originado que parte de las acciones de cada gobierno se califiquen por el Banco Mundial a través del famoso índice “Doing Business”.
Según la visión de Hernando de Soto, una vez eliminados los trámites burocráticos las empresas se registrarán de inmediato. Esto, en el mejor de los casos, suena ingenuo. El supuesto es similar al que se tuvo durante años acerca los programas de entrenamiento para desempleados, cuando se creía que eran la herramienta correcta reducir el desempleo. La realidad mostró que el problema fundamental del desempleo son las características de las personas, quienes generalmente no son atractivas para el mercado laboral, lo que no cambia al tomar un curso de entrenamiento. De igual manera, uno podría pensar que las empresas informales son en sí tan diferentes a las formales que no habría motivo para pensar que se encuentran ávidas de volverse formales. McKensie y sus coautores buscaron evidencia de ello.
Un reto técnico para este tipo de análisis es conocer el marco muestral de la informalidad. Por definición, no existe un listado empresas informales, por lo que definir una muestra representativa parece imposible. La solución utilizada por los autores fue definir bloques geográficos en las ciudades de Kandy y Colombo en Sri Lanka, y luego hacer listado completo de las empresas que se encontraban en dentro de estos bloques. Un reto adicional fue detectar si las empresas estaban dispuestas o no a admitir que eran informales. En realidad, tuvieron el problema opuesto. Algunas empresas que se dijeron informales al inicio del estudio, en realidad eran formales, o al menos cuasi-formales, pues contaban con registros ante las autoridades locales.
Una vez definido el marco muestral, se seleccionaron 520 empresas informales. Cada una fue asignada de manera aleatoria a alguno de los siguientes grupos: control, información, e información con incentivo financiero. En el primer caso, sólo se tomo la información de la empresa. Las empresas del segundo grupo recibieron información sobre el procedimiento a seguir para formalizarse y se les financió el costo de llevar a cabo el trámite. Finalmente, las empresas del tercer grupo recibieron la información, el costo del trámite y un incentivo económico para formalizarse, el cual varió entre 10.000, 20.000 y 40.000 rupias de Sri Lanka (unos 88 dólares EE.UU., $ 175 y $ 350, respectivamente) para inscribirse.
Los resultados del estudio muestran que la información y pagar el costo de la inscripción no tuvo ningún impacto sobre la formalización de las empresas. En tercer grupo, las empresas a las que se les ofreció entre 10.000 y 20.000 rupias aumentaron su registro apenas entre el 17 y el 22 por ciento. La mitad de aquellas que recibieron 40.000 rupias se registraron (48 por ciento). Esta transferencia equivale a la mitad de los ingresos de un mes de una empresa mediana de la muestra.
Se hicieron tres rondas de encuestas para dar seguimiento y medir el impacto que, en su caso, la formalización estaba teniendo en las empresas. Estas fueron hechas 15, 22 y 31 meses después del inicio de la intervención. Los autores encuentran aumentos en las ganancias medias de quienes se registraron. Este resultado parece ser determinado por un grupo de empresas más grandes. Es decir, la mayoría de las empresas no experimentaron un aumento de sus ingresos al volverse formales.
En suma, los autores encuentran poca evidencia acerca de los beneficios que teóricamente les representaría a las empresas volverse formales tales como obtener un crédito, participar en los programas de gobierno, u obtener contratos del gobierno. Sin embargo, encuentran que la formalización de las empresas les permitió realizar campañas publicidad, llevar mejor contabilidad, y tener más confianza en el gobierno local.
Con base en estos resultados podemos decir que no hay soluciones mágicas para el tema de la informalidad. El no contar con una población educada y con servicios financieros eficientes hacen imposible tener un campo fértil de nuevas empresas. 

1 comentario:

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